Ya no está aquí, se fue.
Hasta hace unos meses, unas semanas, unos días podíamos contar con él, con su presencia física, pero ya no.
Lo cierto es que, cuando alguien se va para no volver jamás, duele y es mayor el dolor si quien se va para siempre además de una persona cercana y buena gente, es relativamente joven.
Es cierto ya no volverá jamás pero ahora toca pensar sólo en lo que hizo y nos enseño mientras estuvo aquí.
Lo negativo de alguien que se va es el vacío que deja, pero queda como bueno el poder ocuparlo, llenarlo de cosas, de recuerdos positivos.
Siempre estaba para todos y para todo... sí, ese y así era Rafa.
Se pasa mal al saber que se ha ido pero duele menos si sabes, si alguna vez manifestó, al menos a mí en alguna ocasión me lo dijo así, que el marcharse a donde quiera que esté ahora, era su principal deseo. Esa certeza reconforta, da consuelo en gran parte al dolor primero que produjo saber que se había ido.
Juan Antonio Cid Ortega
La Rambla a 24 de marzo de 2012
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