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domingo, 6 de enero de 2013

DE PECHOS PERFECTOS


          A lo largo de la historia, los hombres han soñado con libar su líquido preferido igual que sentían suavidad y aromas de felicidad en los pechos de sus amantes, con beber a sorbos, un buen vino en réplicas de las tetas que más deseaban.

          En la antigüedad, en un templo de la isla de Rodas podía contemplarse una copa que había sido fabricada conforme al modelo de los pechos de Elena de Troya por su amado Paris. En la Edad Media, Enrique II, rey de Francia y perdidamente enamorado, ordenó que sus copas de vino tuvieran la forma de los pechos “como manzanas” de Diana de Poitiers.
         




           También, según cuenta otra leyenda, a mediados del siglo XVIII fueron los pechos de Madame de Pompadour, amante de Luis XV, los que inspiraron al monarca de Francia para mandar hacer copas con la forma de estos, también se cuenta que fue ya a finales de ese mismo siglo cuando su sucesor Luis XVI el que, a semejanza de los pechos de su esposa, María Antonieta (la última reina de Francia que fue guillotinada junto con su esposo durante la revolución francesa), mandó hacer un molde para a partir de este fabricar las primeras copas de champán anchas y de poca profundidad.

          Leyendas con mucho morbo pero con muchos visos de ser reales.

          En la actualidad para beber champán se usan más las copas tubulares altas, delgadas y que, afortunadamente, en nada se parecen a ellas los pechos femeninos.

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