Tu visita es la más importante

miércoles, 12 de agosto de 2009

HOY ES EL DÍA…

Siempre que presentía que se había enamorado al conocer a alguna muchacha se producían en él los mismos sentimientos, los mismos deseos, la misma predisposición y decisión (o indecisión), salvando la timidez que desde que era niño le había acomplejado y limitado en sus actos, que había acentuado su cobardía, le preguntaba su nombre, le pedía acompañarla a su casa o llevarla en su coche para terminar así sabiendo su dirección, los datos de su domicilio. En caso de una respuesta negativa a su petición al salir la esperaba y la seguía y mientras ella entraba a su casa o subía a su piso, él esperaba un rato hasta asegurarse que no lo viera nadie para mirar los porteros automáticos o, si era posible, buscar el oportuno buzón de donde poder recopilar más datos y añadirle así unos apellidos al nombre que ya tenía, por medio de los de los dueños o habitantes del domicilio, que solían ser los padres ya que sus presas solían ser muy jovencitas y aún vivían con ellos.

En esta nueva ocasión no iba a ser distinta su forma de actuar, ella no recibiría ningún trato distinto o especial a las demás, ya la conocía de verla anteriormente a aquella noche entrando o saliendo de su lugar de trabajo, era dependienta en un pequeño comercio y desde el primer día supo que se llamaba Laura ya que los clientes a los que atendía en la tienda de barrio la solían llamar por su nombre… “por favor Laura… Laura tienes… Laura dame… Laura cóbrate…”

Como ya sabía su nombre, aquella noche decidió seguirla para, de la misma forma en que lo había hecho en casos anteriores, averiguar sus apellidos.

Cuando ella subió a su piso pudo ver como se iluminaba la ventana del 4º, por lo que dedujo que era allí donde vivía. Al día siguiente, (esa noche ya era demasiado tarde), y usando las tretas más comunes, llamaba al azar en cualquier portero del edificio con las más insólitas excusas, las más peregrinas, las de siempre: ¡¡¡correo!!! o ¡¡¡el butanero!!! para que le abrieran el portal, una vez dentro miraba los buzones hasta localizar el correspondiente al 4º piso, identificando por fin los nombres y apellidos de los padres de Laura: “JUAN MÁRQUEZ SANTOS Y LUISA RUIZ MARTOS E HIJOS” era lo rotulado en la etiqueta del buzón escrito con bolígrafo azul y letras mayúsculas; por tanto su nombre completo era LAURA MÁRQUEZ RUIZ y vivía en la Ronda del Sur, nº 17, 4º piso… ya tenía sus datos, la información que precisaba… desde aquel momento ella también pasó a formar parte de la larga lista de sus víctimas, otra más agregada a su misteriosa agenda.

Amaneció aquel día que ya de antemano estaba marcado en su calendario como el elegido para ejecutar su plan, era el día más indicado para poner en marcha su perversa idea. Había pasado toda la noche despierto, pensando en la mejor manera de desarrollar su malévola táctica cuando se levantara; sí, sin duda aquel iba a ser el día.

Salió a la calle una vez hubo desayunado y dirigió sus pasos (mejor ir andando a en coche, mientras menos pistas visuales mejor) al centro de la ciudad donde estaban los comercios y entre ellos aquel en el que trabajaba Laura. Entró en el establecimiento que le seria más útil para la puesta en marcha, para ejecutar su plan madurado durante tantos días y semanas.

Aquella mañana transcurrió sin novedad alguna hasta que terminó su trabajo matutino y Laura regresó a casa para comer y descansar un rato; al abrir la puerta pudo observar como, en el pequeño mueble de gran espejo que se encontraba en el porche de entrada, resplandecía un ramo de rosas rojas, que ya su madre había puesto en un florero con agua, de entre las aterciopeladas flores sobresalía y destacaba un pequeño sobre con ribetes dorados que contenía la pertinente tarjeta en la que se podía leer “Para Laura Márquez Ruiz con amor” texto sin firma, anónimo pero con una fecha “14 de Febrero de 2009”.



Juan Antonio Cid Ortega

No hay comentarios: