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miércoles, 11 de abril de 2012

PRINCESA HEBREA

Otra vez se me ha roto el corazón.

Se ha ido. Pero conservo un papel escrito de su puño y letra recomendándome un libro, con una tinta tan indeleble como su recuerdo, un papel impregnado de ella, de su perpetua presencia que guardaré para siempre junto a los pedazos de mi maltrecho corazón, en mi alma.
Desde el principio asumí que nos separaba una frontera tan real como insalvable, pero realmente duele si inesperada marcha, duele cuando se hace realidad el indeseado e inesperado momento del definitivo adiós, duele, duele mucho, se siente un inconsolable, inmenso e insondable vacío interior.
Llovió sobre mi perenne nostalgia… volvió a llover sobre mojado.


El verla provocaba felices sueños e ideas y conseguía que cada idealización se convirtiese en una realidad platónica.
La suavidad de su nombre es acorde con su personalidad lógica, honesta, sociable y amable. Un trozo de nube que aunque parece algodón satisface o malogra nuestro deseo de lluvia o de sol.
Su apariencia es la de un material maleable aunque tras conocerla demuestre poseer la belleza del cristal que es frágil pero duro al mismo tiempo.


Su palidez irradia transparencia. Aunque mi recuerdo de ella no es sólo físico, de su elemental, clara y accesible belleza, sino también de su carácter sereno y su gran habilidad en el dominio de las situaciones, en el trato individual o colectivo, con todos y cada cual adecuado a la manera ser de cada persona, no dejándose influir ni dominar y no dejando por ello de ser sencilla, humilde y especial.
Sí, es especial por sencilla, monodimensional, todo lo que se ve es lo que hay, lo que es, de una sola cara pero con bordes difuminados, sin aristas ni dobleces.
Y es que a veces la belleza de lo barroco la esconde el exceso de recovecos. Por eso a veces es preferible la simpleza cierta del clasicismo o del romanticismo.
Natural y emotiva, amable y condescendiente, cordial tanto como efectiva y sagaz.
Su forma de decir y hacer es original e integra, delicada y de buen criterio.
Personalidad tan sublime como independiente.

Si, es sencilla y soñadora que hace soñar y desear esos sueños. Esa es ella.

En cambio yo estoy cansado de cambiar de brújula permanentemente, cada día me cuesta más agacharme, tirarme al suelo a recoger los trozos astillados de mi corazón de quebradiza madera, para rehacerlo de nuevo.
Puede que yo sea como el erizo que se enrosca sobre sí mismo, esa defensiva bola de púas viviente, que se escuda, en mi caso quizá de peligros inexistentes, seguramente siempre y de antemano utilizo esa coraza de espinas para protegerme de mí mismo, de mi autodestruyente yo.

CADA DÍA ERES TÚ
Dedicado a ella
No existen recovecos donde ocultar nada
permanente claridad, rectitud,
morenez con reflejos de ojos aceitunados
de verdosa oscuridad que irradia luz.

Vivaracha opción de vivir que transmite vida,
vitalidad que esparce, soledad y multitud
ajena que se va apropiando de las almas solitarias
con su transparencia cálida y azul.

Cada día es nuevo, diferente,
nuevo cielo, nuevos paisajes, de nuevo tú
desatas cada día ilusiones nuevas,
calma, tranquilidad, plenitud.

Distintas ilusiones que desprendes
cual aura, brillo, relajada laxitud.
Amores, desamores, desengaños
repartes corazones, sin quererlo tahúr
que juegas con mis sueños
indómitos, deseos, plenitud.

Presente pero ausente,
brumoso amanecer, dulce albur.

Una blancura de perfecta asimetría se esconde tras el pálido rojo que remata su boca.
Ella es un espejo claro que no ha perdido el brillo a pesar de la lejanía.
¡Hasta siempre y felicidades, princesa!


Juan Antonio Cid Ortega
11 de abril de 2012

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